martes, 3 de mayo de 2011

El vanguardismo.


La vanguardia, término bélico que deriva del francés avant-garde surgió en Francia en los años de la I Guerra Mundial que se refiere a los que van adelante abriendo caminos en un batallón, lo que alude a una cierta concepción de determinados movimientos literarios que, en su lucha contra los prejuicios estéticos, los corsés académicos, las normas establecidas y la inercia del gusto, constituyeron fuerzas de choque en el campo de batalla literario, en su lucha por la conquista de una nueva expresividad que también se dan en otras ramas del arte.

 Se puede esbozar un perfil común a todos los vanguardismos, gracias al contraste de su oposición a las estéticas naturalistas, y a su condición de arte divorciado  del gran público.

La aparente paradoja  de constituirse en arte condenado a la fugacidad, en perpetuo cuestionamiento sobre si mismo, en continua experimentación de nuevas formas de expresividad.

Debía fundamentarse en la constante adaptación a las necesidades de expresión de las nuevas experiencias de la conciencia y de las transformaciones de la experiencia.

La sensibilidad vanguardista fue la primera en comprender las experiencias impuestas por las nuevas realidades y las transformaciones de la conciencia que imponían; esa sensibilidad fue la única que afrontó la expresión de estas experiencias desde y a través del lenguaje, rompiendo de antemano con los corsés que imposibilitaban esa manifestación.

Los vanguardismos despuntan antes o durante la I Gran Guerra, para llegar a su apogeo en los años inmediatamente posteriores, entran en guerra a finales de la década de los 20s y desaparecen a lo largo de la siguiente.

Geográficamente se centran en Europa y preponderadamente en Francia. En ocasiones porque determinados movimientos originales son readaptados y rebautizados no necesariamente por escritores residenciados en Francia, pero al menos profundamente influidos por aquéllos; o, como en el caso del expresionismo (alemán) y el futurismo (italiano) eligieron precisamente París para constituirse y lanzar su manifiesto teórico. La mayoría de los futuros miembros de la famosa generación española del 28 y algunos poetas latinoamericanos, como Huidobro, Vallejo y Neruda, crearon y militaron temporalmente en las filas del creacionismo o del ultraísmo, difíciles de concebir sin los patrones del cubismo y el dadaísmo. Quizás el caso de menor conexión con las vanguardias francesas sea el formalismo que sin embargo está fuertemente relacionado con el futurismo, que será redescubierta en la postguerra por un “ismo” francés, el estructuralismo.

En América sus “padres” fueron: Vicente Huidobro con el creacionismo, Jorge Luis Borges representando el ultraísmo y César Vallejo o Pablo Neruda con el surrealismo que aparece en algunas de sus composiciones.

Mae West, Dalí
 
 

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